Acerca de Los Niños Terribles


La esencia poética que envuelve la novela de Jean Cocteau Les Enfants Terribles (1929) sirve de pluma a FAST GALLERY para garabatear esta segunda experiencia. La propuesta plantea las mismas cuestiones que esta novela escrita en poco más de diecisiete días y que cumple ahora 80 años.


En ella, el paso de la niñez a la edad adulta desencadena el eterno conflicto entre realidad y deseo. Ésa es la línea principal que engloba el proyecto curatorial para FAST GALLERY n. 2, Los Niños Terribles. El concepto parte de la tensión que puebla las mentes de estos jóvenes: realidad e imaginación, libertad y represión, deseo y profunda aversión; espacio conceptual confuso y peligroso, en el que se mueven nuestros artistas, quienes, al igual que Paul y Elizabeth, consiguen crear su propio universo en el que sí se les permite jugar, vivir.


“… este calor tranquilizador le permitía seguir jugando a su juego. Juego es un término muy inexacto, pero así es como Paul designaba ese estado de semi-conciencia en el que se sumergen los niños; y él era un redomado maestro en eso. Dominaba el tiempo y el espacio; comenzaba sueños, los combinaba con la realidad, sabía vivir en el crepúsculo…”


El artista-niño terrible se desvincula de su realidad, crea un espacio afable y necesario para desarrollar sus inquietudes fuera de un mundo que con hostilidad o condescendencia le da la espalda o una hueca sonrisa.

“Los seres originales y sus asociales comportamientos constituyen el encanto de un mundo plural que los destierra. La velocidad adquirida por el ciclón en el que respiran esos espíritus trágicos y ligeros es angustiosa. Y todo comienza con chiquilladas; que al principio no se interpretan sino como juegos.”


Los artistas que participan en FAST GALLERY, desde múltiples propuestas y diferentes todas entre sí, nos transmiten su mensaje privado: su universo.


“Instintos animales, vegetales, cuyo ejercicio resulta tan difícil de sorprender, ya que la memoria no los retiene como tampoco lo hace con el recuerdo de ciertos dolores y porque los niños callan cuando los mayores se les aproximan. Se callan y adoptan actitudes de otro mundo. Esos grandes comediantes saben erizarse instantáneamente con púas de animal o bien armarse con la humilde dulzura de una planta, y nunca divulgan los oscuros ritos de su religión."